Las personas que han perdido la movilidad después de lesionarse la médula espinal tienen un motivo más para la esperanza, gracias a los avances de la ciencia. Recientemente se ha sabido que un paciente de Estados Unidos, Andrew Meas, ha sido la primera persona paralítica capaz de levantarse de la silla y andar después de someterse a una rehabilitación con estimulación eléctrica.
Lo interesante del asunto es que Meas fue capaz de conservar una cierta movilidad una vez que el implante se apagó, por lo que parece que el estímulo producido por el implante consigue que se activen ciertas conexiones nerviosas que de otro modo permanecen aletargadas, y no inactivas completamente, como podría parecer hasta ahora. Según la revista New Scientist, donde se ha publicado este sorprendente avance, este descubrimiento es potencialmente revolucionario, ya que conseguiría demostrar que la espina dorsal puede recobrar sus funciones, incluso aunque hayan pasado años desde que se produjo el accidente.
Según el neurólogo Reggie Eggerton, de la Universidad de Louisville, el estímulo eléctrico podría haber creado nuevas conexiones o, lo que resulta más factible, reforzar viejas conexiones apagadas. En sus propias palabras, “podría haber conexiones silenciosas que no podemos observar con las técnicas actuales, demasiado dañadas para trabajar por sí mismas, pero capaces de funcionar gracias al estímulo”.
No obstante, aún es pronto para aventurar más detalles. De hecho estos son los primeros resultados positivos que se consiguen con tres voluntarios que se han prestado para participar en este proyecto de investigación. Andrew Meas se sometió en primer lugar a una rehabilitación convencional que no surtió ningún efecto. Posteriormente se le implantaron 16 electrodos en la zona inferior de la médula espinal, para estimular los nervios raquídeos de forma ininterrumpida. Lo espectacular del asunto es que en cuanto el implante se colocó correctamente y empezó a funcionar, Meas fue capaz de levantarse y andar sin ayuda, y a la primera. Parece de cine, dicho así.
Y lo más interesante del asunto, sin embargo, se produjo después. Tras tres meses de uso continuo de este implante, Meas intentó mover los pies mientras los electrodos estaban apagados, y para sorpresa de él mismo y de los propios científicos, logró mover un dedo. Los investigadores siguieron haciendo comprobaciones y vieron que efectivamente podía mover las extremidades sin ayuda, lo cual abre una puerta muy esperanzadora para muchas personas que viven hoy en día sobre una silla de ruedas.