Una reciente investigación del departamento de neurociencia de la Universidad de Washington ha conseguido demostrar que se puede controlar a distancia un cerebro de otra persona. Para ello diseñaron un experimento con el que los pensamientos de una persona, transmitidos por vía telemática a través de Internet, eran ejecutados por otra situada a un kilómetro de distancia.
La forma de ejecutar el experimento se hizo a través de un videojuego de apuntar y disparar. Uno de los participantes podía ver la pantalla, mientras que el otro era el que accionaba el pulsador, sin poder verla y siempre siguiendo las «órdenes» mentalmente dictadas por su compañero. Es solo un primer paso, pero lo importante ha sido la constatación de que se puede conectar dos cerebros para transmitirse órdenes. El cerebro de quien miraba la pantalla llevaba en su cabeza un sistema de electroencefalografía que registraba las señales eléctricas de su cerebro, mientras que el que disparaba «a ciegas» tenía un aparato de estimulación magnética transcraneal (TMS) sobre la zona cerebral que controla las señales de tipo motor.
Adicionalmente un software se encargó de descodificar las señales eléctricas del emisor, enviarlas por internet y volver a codificarlas en forma de pulsos magnéticos para que el receptor recibiera la orden de disparar. Y todo ello como máximo en un tiempo de 650 milisegundos. Cuentan los investigadores que incluso los fallos que se han registrado a la hora de acertar los objetivos resaltan la exactitud del método, ya que los errores se producen de la misma forma en que se harían si una sola persona fuera la que se encargara de apuntar y disparar. Es decir, con un margen de error e imprecisión considerable.
Los resultados de estos experimentos se han publicado en la revista científica Plos One, y en realidad son la segunda fase de la investigación. En un primer momento los sujetos del experimento fueron los propios investigadores, y ahora ha probado con personas ajenas, demostrando igualmente su eficacia. Las críticas sin embargo vienen porque no se ha demostrado aún que la orden transmitida sea procesada conscientemente por el cerebro receptor, en lugar de ser un mero acto reflejo igual que cuando se golpea una rodilla. Pero no deja de ser un paso muy interesante.