La estimulación cerebral casera ya es real

La estimulación transcraneal con corriente continua, o TDCS por sus siglas en inglés, es una práctica novedosa que está ganando cada vez más seguidores. Pero lejos de aplicarse en entornos controlados de laboratorio, está consiguiendo nuevos adeptos en los hogares, gracias a la proliferación de gadgets entre curiosos y dudosos, y de gente que fabrica sus propios dispositivos DIY para alimentar de energía sus cerebros mediante estimulación eléctrica. Así como suena, aunque parezca más propio de una historia Sci-Fi, pero lo cierto es que hay gente que en vez de tomar vitaminas o complementos se aplican pequeñas descargas en el cráneo, y con resultados, según dicen, más que satisfactorios por ahora.

 

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Estas mejoras por ejemplo se concretan en una mayor retención memorística o en una mayor capacidad de cálculo, según relatan algunos de los que ya la han probado. En la publicación Science News relatan el caso de un joven de Estados Unidos que al conectarse los electrodos consigue programar código de forma mucho más rápida y eficiente.

La ventaja de este método respecto a la tradicional estimulación eléctrica llevada a cabo en estudios científicos es que es mucho menos invasiva y de menor potencia, con lo que en teoría se minimizarían posibles riesgos asociados. Sin embargo ya hay investigadores que a través de la publicación Journal of Neuroscience están alzando la voz y aseguran que si se potencian de este modo ciertas capacidades o áreas del cerebro, se hace en detrimento de otras.

Mientras tanto las autoridades públicas reaccionan a esta nueva innovación y deciden si se regula o no su práctica, en caso de existir una peligrosidad cierta, ya hay empresas que comercializan dispositivos caseros para estimular uno mismo el cerebro. Se trata por ejemplo de Foc.us, una especie de banda con electrodos que se coloca alrededor de la cabeza y que según sus creadores ayuda a mantener la concentración y mejorar el rendimiento de nuestro cerebro. Y todo ello por el módico precio de 249 dólares. Si te atreves a probarlo, ya tienes la oportunidad de hacerlo, aunque trastear con el funcionamiento de nuestra cabeza no deje de ser una práctica aún arriesgada, por lo poco que conocemos aún nuestro cerebro.

 

 

 

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